El mayor auge de la cultura maya se dio en la península de Yucatán, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, donde los antiguos mesoamericanos construyeron pirámides impresionantes, dominaron la astronomía, desarrollaron un sistema de escritura complejo y dieron forma a un calendario muy preciso durante cientos de años. Pero la cultura maya entró en un declive acelerado que derivó en su dispersión, el cual aún hoy no termina de comprenderse. Desde 1995 una de las teorías más populares referentes a la decadencia de la cultura maya la emparenta con una sequía, pero la mayoría de los estudios que buscaban comprobarla eran limitados.
Un análisis reciente de los minerales extraídos del Gran Agujero Azul de Belice –un gran sumidero de más de 300 metros de ancho y 120 de profundidad que da forma a un sistema de cuevas submarinas– parecen confirmar la hipótesis de la existencia de una enorme sequía que se mantuvo entre el año 800 d.C. y el 900 d.C., justo el periodo de tiempo en que la civilización maya comenzó a decaer. A pesar de que la cultura maya sobrevivió trasladándose a otros puntos al norte, en lo que hoy es México, nunca se recuperó totalmente, debido a una segunda sequía que los llevó a dispersarse poco después, dando formas a pueblos más pequeños.

Aunque, como ya mencionamos, este estudio no es el primero que vincula la desaparición de la cultura maya con una gran sequía, sí es el más completo. La investigación se llevó a cabo por investigadores de la Universidad Rice, ubicada en Texas, quienes analizaron varios lugares donde prosperó la cultura maya, incluyendo el Gran Agujero Azul, donde encontraron mayores hallazgos.

De acuerdo con el estudio, aparentemente la sequía se produjo por un cambio en la zona de convergencia intertropical (ZCIT), un fenómeno meteorológico natural que generalmente lleva lluvias a las regiones tropicales del mundo, mientras que seca a las subtrópicales. Los científicos sugieren que un cambio brusco en el ZCIT, impidió que la zona de influencia maya tuviera lluvias durante 100 años.

Para buscar signos de sequía los investigadores tomaron muestras del fondo del Gran Agujero Azul, encontrando en la composición química de los sedimentos titanio, un elemento común en periodos de sequía, el cual se formó en el periodo de tiempo en que los mayas abandonaron centroamérica y se trasladaron a Chichén Itzá. El análisis completo de los investigadores sostiene que hubo una segunda gran sequía entre el año 1000 y el año 1100, durante el apogeo de la llamada Pequeña Edad de Hielo, que coincide con la caída de Chichén Itzá.

En la parte final del estudio los científicos afirman que las sequías produjeron grandes periodos de hambruna, disturbios internos y enormes movimientos de migración que debilitaron completamente a los mayas.
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