A unos 15 kilómetros al noreste de la capital de Honduras se encuentra la montaña La Tigra, un tesoro natural e histórico de unos 240.4 kilómetros cuadrados de extensión.
Árboles centenarios y una flora tan diversa que incluye pinos de ocote, robles, encinos, liquidámbar, aguacatillos, bromelias, líquenes, hongos y epifitas, entre muchas otras especies, aguardan a los amantes de la naturaleza que gustan de largas caminatas al aire libre.

La Tigra colinda con el Distrito Central, San Juan de Flores, Santa Lucía, Valle de Ángeles y Talanga. Se divide en una zona núcleo y de amortiguamiento.

Para llegar a ella hay cuatro entradas, pero las más recurridas son desde la carretera que va hacia El Hatillo y la que conduce a Valle de Ángeles, San Juancito y Cantarranas, al oriente de la capital de Honduras.

Esta joya natural proporciona aproximadamente el 40% del agua que se consume en la capital hondureña.

Parte de su atractivo son las cuevas y respiraderos que dejó la minera New York and Honduras Rosario Mining Company, que inició operaciones alrededor del año 1881 y cerró en 1945.

Dispone también de ecoalbergues, que antes componían el hospital de la compañía minera, ideales para pasar más de una noche en la montaña.
Disfrutar de una comida en este paraíso está al alcance de un teléfono, basta con hacer el pedido en Amitigra, y del bolsillo, ya que un platillo no pasa de 80 lempiras.
Si usted es un amante de la naturaleza o un ciudadano cansado del bullicio de la ciudad, La Tigra puede ser la mejor receta. Sus ingredientes naturales incluyen largas caminatas, contemplación de aves y montañismo, con una altura máxima de 2,290 metros sobre el nivel del mar y la emoción indescriptible de una belleza incomparable.
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