TEGUCIGALPA, Honduras -- Los diputados del partido de gobierno estaban reunidos a puerta cerrada, sumando votos para destituir a cuatro magistrados de la Corte Suprema que habían rechazado el plan del presidente para depurar policías corruptos. La presencia de policías y militares en los alrededores del Congreso no presagiaba nada bueno.

A medida que el reloj avanzaba, varios legisladores fumaban cigarrillos en violación de sus propias leyes contra el tabaco entre acusaciones de compra de votos. Fue entonces, poco antes del amanecer, cuando el Partido Nacional del presidente Porfirio Lobo aprobó de manera arrolladora -y según muchos ilegal- la destitución de los jueces.

Fue una decisión arriesgada
"Lo que no sabemos es si al salir de la votación estará un fiscal esperándonos para detenernos", admitía Sergio Castellanos, del partido Unificación Democrática, que votó junto a la mayoría. "Aquí tenemos que estar preparados para cualquier cosa, este es un golpe fuerte".

En las clasificaciones globales sobre estados fallidos Honduras ni siquiera cae entre los primeros 50, pero abundan los indicios de que el país no funciona.

Poco más de tres años después de que el presidente Manuel Zelaya fuera derrocado de su cargo a punta de fusil y en pijama, Lobo advirtió públicamente que sus adversarios en la élite del país conspiraban con el objetivo de derrocarle a él. Pocos días después provocó una crisis constitucional con la destitución de los magistrados, una decisión que los expertos en derecho describen como un "abuso de poder" y "traición a la patria", delitos recogidos en la ley hondureña.

Esta crisis política se suma a una larga serie de problemas que atenazan Honduras.
El gobierno de Porfirio Lobo, su policía y su ejército, sólo controlan aproximadamente dos tercios del territorio nacional. En al menos tres departamentos del país los narcotraficantes manejan carreteras, pistas de aterrizaje clandestinas y disponen de una capacidad de fuego mucho mayor que la de las autoridades, según César Cáceres, que fue asesor del Ministerio de Seguridad.

Como resultado, tres cuartas partes de toda la cocaína dirigida a los Estados Unidos pasa por este país en un tráfico que ha provocado una explosión de violencia. Honduras tiene muchos más asesinatos que cualquier otro país del mundo, con un índice de 91 por cada 100.000 habitantes y que en algunas ciudades como San Pedro Sula o La Ceiba alcanza proporciones "epidémicas" según la Organización Mundial de la Salud.

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